LIBRO SOBRE SALAZAR BONDY PRESENTA FONDO EDITORIAL
Centro de Noticias del Congreso
08 Feb 2017 | 12:04 h
Humanismo, educación y liberación bien pueden constituir tres claves para definir la obra de Augusto Salazar Bondy. En su trabajo, la teórica argentina Adriana María Arpini rastrea su origen, sigue su proceso de maduración, no exento de vacilaciones, y demuestra finalmente cómo dichos términos se entrelazan dentro de la obra del filósofo en un corpus orgánico y congruente.
«Filosofía, crítica y compromiso en Augusto Salazar Bondy», de Adriana María Arpini, será presentado mañana jueves 9 de febrero en la sala Grau del Congreso de la República (6:30 de la tarde).
Participarán la señora Helen Orvig, viuda de Augusto Salazar Bondy. Rubén Quiroz Ávila se encargará de los comentarios e igualmente intervendrán la autora y la tercera vicepresidenta del Congreso, congresista Luciana León.
Adriana Arpini desarrolla un notable análisis del “valor” en los escritos de Salazar Bondy, noción determinante para enlazar, en un tejido coherente, los diferentes aspectos de su meditación. Muestra la forma en que Salazar se fue desplazando, a costa de una tenaz pesquisa, hasta una definición por demás particular del concepto mencionado.
Los valores, si nos atenemos a ella, representan una categoría trascendental, pero con la salvedad de que sus condiciones son determinadas históricamente. A la vez contienen dentro de su propia objetividad la idea de lo posible, lo que los hace abiertos y dinámicos.
En consecuencia, los patrones concretamente valorativos de una sociedad deben verse como una creación humana material y libre.
Esta visión sitúa los términos a los que hemos hecho referencia bajo las condiciones de la libertad. El humanismo es arrancado de cualquier rigidez esencialista y pasa a ser una realización abierta emprendida en procesos materiales concretos.
Adicionalmente, Arpini introduce un novedoso enfoque ligado a la interacción de la obra de Salazar Bondy con la de los prominentes filósofos franceses Gaston Bachelard y Maurice Merleau-Ponty.
En un caso, Bachelard le sirve para consolidar su mirada de lo real como construcción móvil que reúne la teoría y la práctica —o el razonamiento y la experiencia— dentro de un proceso dialéctico que conduce a la concreción de nuevas verdades.
En el otro, Merleau-Ponty refuerza su convicción del ser humano como “autocreación” situada en la intersección concreta de lo interior y lo exterior, cuya proyección justamente es él.
FONDO EDITORIAL/PRENSA CONGRESO