Comprendió el general argentino José de San Martín que no le correspondía a él decidir por los peruanos si en realidad deseábamos constituir un Estado soberano y en el muy probable caso de que esto fuese así, la forma de gobierno que deseábamos. Los peruanos teníamos que manifestarnos libremente, a través de nuestros representantes; asumir las funciones de gobierno; elaborar nuestra Constitución y darnos las leyes necesarias para garantizar nuestros derechos y asegurar la convivencia pacífica de la población. Por ello, el 27 de diciembre de 1821, cuando aún nos encontrábamos en plena guerra por nuestra independencia, mediante un decreto convocó a los pueblos a que eligiesen a sus representantes.

Tras algunas postergaciones, los primeros congresistas se reunieron en la Capilla de la Universidad de San Marcos el 20 de septiembre de 1822. El reglamento fijó el número de diputados –79 propietarios y 38 suplentes–, elegidos con arreglo al cálculo de la población de cada departamento. Una vez retirado San Martín de la sede del Congreso, los diputados eligieron como presidente y secretario momentáneos a  Toribio Rodríguez de Mendoza y José Faustino Sánchez Carrión. En seguida, se procedió a realizar la elección de la primera Mesa Directiva del Congreso, la que fue integrada por Francisco Javier de Luna Pizarro, presidente; Manuel Salazar y Baquíjano[1], vicepresidente; José Faustino Sánchez Carrión, primer secretario; y Francisco Javier Mariátegui, segundo secretario. Apenas culminada la elección el Congreso aprobó la primera norma, la que estableció la soberanía nacional:

El 30 de octubre de 1822, por iniciativa de José Faustino Sánchez Carrión, el Congreso aprobó una ley que dispuso que se celebrase como fiesta nacional el 20 de septiembre de cada año, aniversario de su instalación: “Deseando perpetuar la memoria del venturoso día en que por la primera vez se reunieron los representantes del pueblo peruano, mediante cuyo acto declaró y puso en ejercicio su soberanía consiguiente al juramento de la independencia, que tiene ratificada”.

Cuando los primeros congresistas decidieron, expresando la voluntad de los pobladores, constituir un Estado libre y soberano sobre la base del virreinato del Perú y bajo el principio de la libre determinación de los pueblos, se estableció la República Peruana, el Perú. Por dicha razón desde entonces a los congresistas se les denomina Padres de la Patria. El ilustre doctor Hipólito Unanue afirmaba el 20 de diciembre de 1822, al ser elegido presidente del Congreso Constituyente:

“Si debemos a Dios la gratitud por los pequeños bienes de esta vida que nos concede. ¿Cuáles deberán ser las emociones de nuestro corazón reconocido en los grandes, en los extraordinarios y excelsos? Debemos a nuestros padres el ser natural, la enseñanza a nuestros maestros, los honores a la patria, más careciendo de ésta como los colonos de una nación lejana, ni aún el ser natural hemos tenido en integridad. Los padres tutelares del Perú que componen este Soberano Congreso, nos la restituyen en el día, y con ella todos los derechos naturales y sociales. Así somos los deudores de cuanto los progenitores, los maestros y la patria misma nos conceden.

Peruanos: ya tenéis patria. Levantad esa cabeza que vosotros y vuestros padres habéis llevado humillada por tres siglos de cautiverio. Nada fuimos y ahora empezamos a ser”.[2]

[1] Conde de Vista Florida.

[2] Discurso pronunciado en la sesión del 20 de diciembre de 1822 y publicado en Anales parlamentarios. Incluido por Jorge Arias-Schreiber Pezet, en su obra Hipólito Unanue. Colección Documental de la Independencia del Perú, tomo I, vol. 8º, págs. 839-842, Lima, 1974.

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