Las recientes elecciones desarrolladas en el vecino país de Ecuador, en un contexto de una violencia exacerbada y una profunda inestabilidad política, son el vivo reflejo de una crisis de institucionalidad severa que se está enraizando en todos los países del hemisferio latinoamericano, con leves diferencias de acentuación entre los mismos.

Una crisis que se refleja en la ausencia de liderazgos, de ideologías, de credibilidad política, con un notorio debilitamiento del sistema democrático en nuestros países. El tímido triunfo del partido correísta, representado por Luisa Gonzáles, la sorpresiva irrupción de la extrema derecha con el joven empresario Noboa y el desconcierto de la corriente indigenista y su crisis interna, terminaron por favorecer al candidato de derecha dibujando un escenario de extremos para la segunda vuelta de octubre, con pronóstico reservado.

Si bien es cierto una lectura rápida haría pensar en una derrota de la señora Gonzáles en esta segunda vuelta, dicha aseveración puede cometer un error de apreciación mayúsculo, la unión de las demás opciones contra el partido de Correa no necesariamente soporta un análisis real y está alejado de los principios básicos del neuromarketing político.

La población en su mayoría, en Ecuador como en los países latinoamericanos, está bastante saturada de posiciones extremas y altamente ideologizadas. Las diferentes frustraciones que han provocado elecciones pasadas en favor de un extremo u otro, nos debe llevar a concluir que la gente tiene, una cultura política mayor a la que se supone y no es materia disponible para contar con un voto a ciegas que pueda trasladar su apoyo en la dirección que se le quiera llevar.

La votación del electorado se inclinará por aquel candidato que le de mayores niveles de certidumbre, sin exclusiones, sin discriminaciones y lo que es más importante, sin posiciones extremas que le recuerden previas experiencias electorales fallidas.

Lo señalado indica con claridad que el candidato ganador, posiblemente será aquel cuya estrategia política le permita ubicarse ante el electorado con una imagen creíble de centro, de apertura ideológica, de rechazo de los extremos y de respeto al estado de derecho, a la libertad, al respeto de las inversiones.

El candidato cuyo arquetipo político sea más creíble, se proyecte como un líder que no es excluyente, alejado de discriminaciones y a su vez, respeta la iniciativa privada respetando los niveles de institucionalidad que requiere el país, será el que a la postre gane las elecciones que vienen.

Luisa Gonzales debe alejarse, distanciarse del discurso correista radical, acercarse y concertar con las micro y las pequeñas empresas (MyPes), impulsar a los pequeños emprendedores informales privados con un mensaje de apoyo a todos ellos, que son más de dos tercios de la población económicamente activa (P.E.A.) y a su vez; el candidato Noboa, debe tratar de alejarse de la imagen del empresario monopolizador, insensible de las grandes mayorías y proponer ofertas electorales creíbles que sean incluyentes y alejadas de cualquier tipo de discriminación y abuso.

Ambos tienen una tarea difícil. Es el momento de aplicar una estrategia política inteligente, convincente y real. Al pueblo ya no se le engaña, es mucho más perceptivo y asertivo de lo que lo medios comunicacionales pretenden afirmar. Las elecciones en Ecuador ahora son como una moneda al aire que finalmente caerá del lado del candidato más creíble y que refleje mayor compromiso democrático. Sin demagogia, sin populismo, sin manipulación y con hechos y propuestas concretas.

Lic. Fernando Arce Alvarado

Parlamentario Andino