El Congreso de la República: La independencia nacional y los derechos ciudadanos
Centro de Noticias del Congreso
23 Sep 2022 | 11:44 h
Los orígenes de nuestro país se remontan varios milenios atrás, cuando los primeros pobladores se asentaron en el actual territorio del Perú. Caral, Chavín, Paracas, Mochica, Nazca, Wari, Tiahuanaco, Lima, Chimú, Chachapoyas y el Imperio de los Incas fueron algunas de las principales manifestaciones culturales que demuestran su creatividad y trabajo, así como los importantes avances logrados en la época.
América prehispánica se caracterizó por la diversidad de culturas. Durante la dominación española se produjo la unificación de lo diverso, la unidad de Hispanoamérica: la religión católica, el mestizaje, el idioma castellano, la cultura, la legislación, la fundación y multiplicación de ciudades con trazos hispanos; también los virreyes, gobernadores, cabildos, audiencias, universidades y encomiendas; las comunidades, la mita, los obrajes, la esclavitud, etc. Se estaba forjando una nueva organización política la que, para bien o para mal, regiría sobre las posteriores generaciones. Efectivamente, tras la conquista española y el establecimiento y consolidación del virreinato del Perú, durante el inevitable transcurrir del tiempo se produjo el proceso de mestizaje cultural y racial que dio origen a nuestro país como una realidad singular diferenciada del Imperio español.
A fines del siglo XVIII, el 4 de noviembre de 1780, el estallido de la revolución liderada por el curaca mestizo Túpac Amaru II y la afrodescendiente Micaela Bastidas inició la gesta emancipadora hispanoamericana. A pesar de su sangrienta derrota en diversas regiones del virreinato del Perú se producirían numerosas conspiraciones y sublevaciones que muestran un reciente patriotismo, entre ellas las de José Gabriel Aguilar y José Manuel Ubalde (1805) y la de los hermanos Angulo y Mateo Pumacahua (3/8/1814), en el Cuzco; Francisco Antonio de Zela (20/6/1811) y los hermanos Juan Francisco y Enrique Paillardelle (3/10/1813) en Tacna; y la organizada por Juan José Crespo y Castillo (22/2/1812) en Huánuco. El 5 de abril de 1819 el pueblo de Supe, liderado por Andrés Reyes (futuro presidente del Senado), declaró la independencia del Perú. Luego de la llegada de San Martín numerosas poblaciones peruanas hicieron lo mismo. En la propia ciudad de Lima, a pesar de la vigilancia de las autoridades, se multiplicaban las conspiraciones (1809-1920).
Los patriotas eran partidarios de la patria y la libertad, el derecho de gobernarnos nosotros mismos y la democracia representativa; mientras los realistas lo eran de la fidelidad a los monarcas españoles y la tradición. Para evitar la concentración del poder en una sola persona -como sucedía en las monarquías absolutistas- y garantizar los derechos de los ciudadanos, al aprobar las Bases de la Constitución Política, el Congreso reconoció como el principio más importante de nuestro sistema democrático la división de poderes, afirmando que: “El principio más necesario para el establecimiento y conservación de la libertad es la división de las tres principales funciones del poder nacional, llamadas comúnmente tres poderes, que deben deslindarse, haciéndolas independientes unas de otras en cuanto sea dable”.[1]
El Poder Legislativo es ejercido por el Congreso de la República, cuyos miembros son elegidos por la ciudadanía y ejercen sus funciones representando la voluntad popular. El Congreso, además de cumplir las funciones legislativas, de control político y de representación, es, ante todo, la institución garante de la libertad y los derechos de los ciudadanos. Sin un Poder Legislativo autónomo no existe democracia, ni están garantizados los derechos ni la libertad de los ciudadanos, los que, como en el virreinato, nos vemos reducidos a la condición de vasallos o súbditos.
[1] Congreso Constituyente del Perú, Bases de la Constitución Política de la República Peruana, 17 de diciembre de 1822. Imprenta del Gobierno, Lima, 1822.
OFICINA DE COMUNICACIONES.